Los romanos no solo fueron famosos por su esplendor militar y económico, también poseían una cultura rica que influenció a todo el mundo occidental. Entre los rasgos de su cultura, destaca la mitología latina, la cual está estrechamente ligada al pensamiento griego. Entre los dioses más importantes del panteón romano, podemos destacar el nombre Neptuno, dios de los mares.
El dios de los mares
Aunque la tradición suele ligar a Neptuno con los océanos y la navegación, durante los siglos previos al IV a.C. se trataba de una divinidad vinculada con las nubes y la lluvia. A partir de la fecha citada, Neptuno ocuparía un papel equivalente al dios griego Poseidón. De esta manera, los antiguos romanos atribuían la grandeza de los mares y las bondades de las costas y playas al dios Neptuno.
En cuanto a la genealogía del Neptuno, encontramos que las similitudes con los mitos griegos son mayores. Neptuno era hermano de Júpiter y Plutón, del mismo modo que Poseidón lo era de Zeus y Hades; y al igual que su homólogo griego ayudó luchar contra el padre Saturno y los titanes. Como recompensa, Júpiter le otorgó la potestad de gobernar sobre los océanos del mundo, un reino nada desdeñable de acuerdo con el pensamiento de que la tierra estaba sentada sobre el agua. Cabe mencionar que durante la guerra contra Saturno, Neptuno liberó del presidio a los cíclopes, seres de fuerza portentosa, quienes le forjaron su característico tridente en señal de agradecimiento.
Neptuno y Anfitrite
Según la mitología latina, Neptuno tuvo como esposa a la Nereida Anfitrite. El mito cuenta que en una ocasión la ninfa Anfitrite se encontraba bailando sobre la playa, hecho que sedujo por completo al dios de los mares. Así que este decidió tomarla por la fuerza, causando que la ninfa huyera al fondo de los océanos. Sin embargo, Neptuno, señor de todas las criaturas marinas, ordenó a un ejército de delfines que la rastrearan. De esta manera, el dios pudo esposar a la bella Nereida, quien dio a luz a Tritón.
Es bien sabido que Neptuno era un dios lascivo y amante de las mujeres casadas, tal vez el mito trataba de representar la capacidad del agua para fecundar la tierra. Entre las amantes de Neptuno podemos encontrar a Menalipe, esposa del dios del viento y las tempestades; las nereidas Halia, Amimone y Tetis, quien fuera madre de Aquiles en la Ilíada; y la mismísima Ceres, hermana de él y de Júpiter. Algunas historias de la época aseveran que Neptuno también fue amante de la Gorgona Medusa, pues alguna vez fue una criatura marina.
La importancia de Neptuno
Como ya mencionábamos, en el mundo antiguo el océano era una fuente de intercambios económicos y culturales, por esta razón surgieron mitos tratando de explicar la naturaleza de los mares. Asimismo, la creencia en un dios de las aguas marítimas era un intento por tratar de ganar el favoritismo del dios de los mares hacia los hombres, quienes tendrían la garantía de navegar, comerciar y pescar con seguridad.