El mito de Saturno es famoso por el pasaje en el cual devora a sus hijos. Este mito explica el origen de los dioses romanos y cómo el reinado de las deidades antiguas terminó. Hay que señalar que el mito es muy parecido al de cronos y la titanomaquia.
El reinado de Urano
Antes de que Júpiter ocupará el trono de los cielos, Urano y Tellus gobernaban todo lo creado. El dios Urano era el gobernante absoluto del cielo, mientras que su esposa imperaba sobre la tierra. Juntos tuvieron por descendencia a dos hermanos varones: Titán y Saturno. Siendo el primero de ellos el mayor y, por tanto, sucesor del trono.
Saturno convenció a Titán de cederle su derecho a reinar, pues era un dios ambicioso. Si bien Saturno debía subordinarse a su hermano mayor, prefirió negociar el derecho legítimo al trono. Ante lo cual Titán aceptó ceder su lugar bajo una terrible condición: Saturno debía devorar a sus hijos. De este modo, a la muerte del hermano no habría descendencia y los hijos de Titán recuperarían el poder.
Saturno derroca a Urano
Con la complicidad de Tellus, Saturno destronó a su padre Urano. Según el mito, antes de instaurar su reinado la madre de Saturno lo persuadiría de derrocar al padre. Algunas versiones del relato, cuentan que Saturno castró a su padre y luego le dio muerte. Después del parricidio, Saturno subió al trono celeste y desposó a Rea, también hija de Urano. De esta unión nacieron Júpiter, Neptuno y Plutón. Sin embargo, Saturno debía devorarlos.
La diosa Rea oculta a Júpiter y evita que este sea devorado por su padre. Además de la promesa hecha a Titán, Saturno temía ser derrocado. Para evitar que alguno de sus vástagos lo destronará como hizo con su padre, devoró a todos sus hijos. Sin embargo, Rea le ocultó la existencia de Júpiter para que este pudiera vencer a su padre en un futuro. Cuando el hijo secreto alcanzó la edad suficiente y su fuerza era extraordinaria comenzó la revuelta contra Saturno.
La caída de Saturno
Júpiter derrocó a Saturno y encabezó una guerra contra los antiguos dioses. Acompañado de seres fantásticos como los cíclopes y otros gigantes, comenzó la guerra celeste. La superioridad de Júpiter se impuso y obligó a Saturno a vomitar sus hermanos Neptuno y Plutón. Estos dioses romanos fueron expulsados del cuerpo de su padre, donde se mantenían con vida. A diferencia de Saturno, el glorioso Júpiter no dio muerte a su padre sino que lo desterró del cielo.
Una vez en la tierra, Saturno se convirtió en un bondadoso rey, dando inicio a la mítica Edad de Oro. El mito cuenta que el antiguo rey de los cielos llegó a la región de Lacio, donde fue recibido por Jano. Este dios le ofreció el trono de la región, comenzando la Edad de Oro. Durante el reinado de Saturno no existía la hambruna y no era necesario trabajar arduamente. En aquel tiempo los árboles daban abundantes frutos y siempre era primavera.
El fin de la Edad de Oro
Cuando Júpiter descubre que su padre gobierna entre los mortales, lo derroca por última vez. Júpiter llegó a los aposentos de Saturno en la tierra y puso fin a su reinado de abundancia. Como consecuencia, terminó la Edad de Oro. La primavera eterna desapareció, en su lugar llegaron las cuatro estaciones y los hombres debieron trabajar para conseguir el sustento. En cuanto al rey, Saturno fue condenado al inframundo.
Para los antiguos romanos, Saturno fue el dios de las buenas cosechas. Debido a la nostalgia de la Edad de Oro, los romanos lo consideraron como responsable de los buenos tiempos y la abundancia.