La historia sobre el Cocoy comienza con un noble y sabio curandero habitaba en la tierra de El Mayab. El hombre era sumamente respetado y querido por todos las habitantes. Esto se debía a que era capaz curar cualquier enfermedad con un amuleto. Esta pieza mágica era una piedra verde como la esmeralda o el jade. Bastaba con ponerla en sus manos y recitar unas palabras en lengua maya. Inmediatamente después, el enfermo recobraba la salud. Los días pasaban alegremente para todos pues tenían al señor de las curaciones.
La piedra verde
Una tarde, el noble anciano salió a pasear por la selva. Tras caminar un buen rato, decidió acostarse bajo una robusta sombra. Luego de deleitarse por horas con los cantos hermosos de los pájaros se quedó dormido. Una gota de agua fría en su frente lo despertó, pues un terrible aguacero comenzaba. El hombre salió corriendo del lugar, sin darse cuenta de que había tirado la piedra verde. Así que cuando llegó a la aldea, ya no pudo atender a un paciente.
La perseverancia y el Cocoy
Muy preocupado, el brujo pidió ayuda a al venado, la liebre, el zopilote y el Cocoy. El primero en salir corriendo fue el venado, quien encontró la roca preciada. Al verla quedó enamorado de la piedra y se la tragó. Sin embargo, el amuleto le causó malestar y tuvo que vomitarla. Por su parte, el zopilote voló todo el Mayab pero no encontró nada y se fue. En cuanto a la libre, esta se aburrió de buscar y abandonó.
Sólo el Cocoy siguió buscando por muchas horas más. Cuando estuvo a punto de rendirse, una luz se prendió en él y recordó la ubicación del amuleto. A toda velocidad, el insecto luminoso se dirigió al sitio y recupero la piedra verde. Cuando la entregó al señor, este le dijo que su recompensa había sido entregada. Como regalo ahora desprendía luz que representa la inteligencia y la nobleza.