Los guaraníes también son poseedores del fascinante mito del chajá, un ave nativa de América del Sur. Según cuentan los relatos más antiguos, el guerrero Aguará había envejecido y su hija Taca le sucedía en los deberes. La hija del cacique era una mujer de belleza excepcional, piel de bronce, larga cabellera negra, ojos grandes.
Si bien muchos jóvenes estaban enamorados de ella, la guaraní estaba comprometida con el guerrero Ará-Naró. Sin embargo, este combatiente había dejado la aldea en una expedición de cacería al Norte. Así pues, no había quien defendería la tribu de las amenazas.
El origen al mito del chajá
Sucedió un día, según cuenta el mito del chajá, que tres jóvenes salieron a recolectar miel y sufrieron una tragedia. Por los alrededores de la aldea, un jaguar o yaguareté buscaba alguna presa. Por desgracia, el animal devoró a uno de los guaraníes. Como resultado, ya nadie quería salir a la selva ni para conseguir alimento.
Sin más, el consejo de ancianos convocó a los jóvenes más fuertes para matar a la bestia. Desafortunadamente, sólo se presentó un muchacho. Este partió solo, pero fue devorado por el sanguinario felino. Desde entonces ya nadie hizo caso a los llamados del consejo
Como medida fina, la hermosa Taca decidió hacer frente al yaguareté ella misma. Si bien su padre intentó disuadirla, ella dejó la aldea. Mientras tanto, Ará-Naró regresaba de su expedición. Una vez, enterado de las noticias se sumó a su amada y dieron caza al jaguar.
De este modo, la criatura los encontró unos metros adelante. Tanto Ará-Naró como Taca se batieron contra el depredador. El resultado fue fatal, ambos guaraníes murieron junto al animal. Por lo tanto, en la aldea hubo gran luto.
Para concluir el mito del chajá, se dice que los jóvenes regresaron a la aldea en forma de aves. Con su canto alertan a la tribu.