Una vieja historia de Cajamarca, Perú nos cuenta sobre la leyenda de la mula y el Diablo. Quienes hayan visitado la jalca peruana sabrán que la vida es muy difícil y tener hijos puede ser una bendición o una maldición. Esto le pasó a un joven matrimonio peruano, que justo después del año de la boda tuvieron un hijo. Debido a que la aldea está muy alejada y no hay trabajo, el marido fue a trabajar a la playa. Aunque su mujer se quedaría sola, ella comprendió y le dio sus buenos deseos.
El pacto con la mula y el Diablo
Más adelante la leyenda nos dice que el joven encontró a la mula y el Diablo, justo a la entrada de una cueva. Cuando el muchacho estuvo en la costa consiguió un trabajo cerca de una montaña de la región. No obstante, él nunca pensó que el mismísimo Satanás le propondría un trato. Como era mucha su necesidad, aceptó irse a trabajar con el demonio. Este le pidió que subiera a su mula, que luego cerrará los ojos y no los abriera hasta librar una cañada. Cuando el trabajador volvió a mirar, estaban en el interior de la montaña. Había un pueblo pintoresco lleno de mulas y caballos, que no eran otra cosa que las parejas sin hijos.
Dentro del pueblo del demonio, la hija del diablo le aconsejó al muchacho que no fuera a aceptar mucho trabajo. Según la leyenda de la mula y el Diablo en ese lugar un día es igual a un año. De este modo, el joven se comprometió a trabajar tres días. Sus labores consistían en acarrear a las mulas y los caballos. En una ocasión estuvo a punto de ser mordido por una serpiente, de no ser porque se defendió con una barra de fierro. Desafortunadamente, también perforó el ojo de la mula. Por último, cuando el trabajador volvió a casa encontró a su comadre con ojo vendado. Ella era una mujer que nunca tuvo hijos.