Los tehuelches son un pueblo argentino dividido en territorio, unos viven al norte y lo del sur, unos cerca del rio Chubut en la Patagonia, y otros por el mismo rio Chubut hacia el estrecho de Magallanes.
Narran que en un principio solo existía la oscuridad, no había entonces tierra, ni cielo, ni nada existente. En medio de esa inmensa oscuridad el eterno dios Kooch. Llegó el día en que el autosuficiente dios se entristeció a causa de su soledad, y fue tanto su llanto que de sus lágrimas se formó el mar. Se dio cuenta de eso y observó el inmenso océano, fue así que lanzo un suspiro, dando paso a la creación del viento.
Se dio cuenta que estaba transformando el universo, se elevó para observar y alzando su mano salió una chispa que iluminando se abría paso entre lo profundo y denso de la oscuridad; así se creó el sol.
Kooch hizo surgir una isla en medio del océano, ahí creo y colocó a los animales, los insectos y los peces sobre el océano. El sol formaba nubes ayudado por el viento y así surgió la lluvia, ésta transformó la isla y creció el pasto. Como vio que la oscuridad les producía frío, les enseñó a crear el fuego, que les brindaba luz y calor.
El dios satisfecho, organizó el océano y la tierra en grandes islas, sonriente se alejó con júbilo al dejar su creación.
Cada vez que la tranquilidad es amenazada en esta creación, el dios Kooch regresa para poner orden, como sucedió con los gigantes que un día raptaron las nubes, pero Kooch se encargó de poner orden. Pero sucedió que entre un gigante y la nube procrearon un hijo, fue entonces que Kooch decidió protegerlo en las sagradas tierras de la Patagonia.