Los tapaos es una leyenda que corresponde a los territorios del norte argentino, principalmente de la región de Salta y Misiones. En ella, se menciona que los indios más ricos, principalmente caciques, eran enterrados junto con sus tesoros, que consistían en piezas de plata y oro; también se suele relacionar esta leyenda con las historias que se contaban de españoles que, después de saquear pueblos indígenas o interceptar embarcaciones enemigas, escondían sus riquezas en esta región de la actual Argentina. Es, precisamente, a estos tesoros escondidos a los que se comenzó a denominar como “tapaos”.
La gente sostiene que los tapaos eran cuidados por un alma en pena, quien solía aparecerse para indicar el lugar en el que el tesoro estaba escondido, para que así, pudiera descansar en paz. Por ejemplo, a principios de siglo XX, en los pueblos del norte de la Argentina, se decía que por las noches, quien vagaba solo, podía encontrarse con un gaucho o payador con el rostro sin carne, montado en un caballo o una mula, que solía indicar el lugar donde se encontraba escondido un grandioso tesoro.
En busca de los tesoros de los tapaos
No obstante, el más conocido de los relatos de “tapaos” es el denominado como “el tesoro de los jesuitas”. Se dice que, después de que esta orden religiosa fuera expulsada de las colonias españolas en América por decreto real, antes de abandonar la provincia de Salta, enterraron sus tesoros en la región, jurando regresar y desenterrarlos en el futuro; algo que estaban seguros, pasaría, pues Dios se compadecería de la injusticia que habían sufrido.
A partir de entonces, muchos han sido los que se han aventurado en esta provincia; mismos que han regresado a sus lugares de orígenes en ruina, agotados y hambrientos; sin un solo peso en las manos.
Algunos son beneficiados
También se menciona que, al conocer de la invasión de Felipe Varela, los terratenientes y la burguesía local escondió sus pertenencias en jarrones y en grandes huecos cavados en la tierra; para después huir; por lo que se cree, muchos de estos tesoros permanecieron enterrados, pues sus dueños nunca regresaron a la región; ya sea porque fueron muertos, o por el temor de las revueltas populares. Históricamente, está comprobado que en el norte de la Argentina se han encontrado algunas pertenencias enterradas, pero estos descubrimientos han sido esporádicos a través de los siglos.
Por ejemplo, se tiene noticia del siguiente acontecimiento: un peón, dedicado al arado de una finca de algún terrateniente de la zona, trabajaba medio adormilado con una yunta de bueyes, cuando de pronto sintió como ésta se atoró con algo. Pronto se percató de que el rastrillo de la yunta había desenterrado parte de una gran olla o tina; no dijo nada a nadie, salvo a su mujer, quien le ayudó a extraer todas las monedas (terminando hasta el anochecer). Después de algunos días, el peón viajó a la ciudad para vender las monedas, regresando y comprando la tierra al que era su patrón. Se dice que los hijos y nietos de aquel hombre permanecieron en esa, la tierra que lo vio nacer.