El mito de la luna roja nos cuenta cómo los selknam interpretaban los eclipses y cómo los solucionaban. A partir del mito del Hain, los amerindios de la isla Grande de Tierra de Fuego consideraban a la luna como una fuerza maligna. Estos pobladores creían que la luna se ponía roja debido al coraje que le provocaba el recuerdo del pasado.
Inclusive, cuando la rabieta era tan fuerte sencillamente se oscurecía el día. Por otro lado, cuando la luna estaba rojiza era un presagio de desgracia. Pronto comenzaban a caer enfermos los hombres o morían en combate. La única solución era recurrir al chamán.
El mito de la luna roja nos cuenta un ritual secreto
Para apaciguar a la diosa Krah, todos los selknam se reunían en torno al brujo más sabio. Cuando la reunión tenía lugar, todos los fuegos de los campamentos eran apagados. En torno al chamán, los selknam presenciaban un ritual mágico. Ataviado con un sombrero con plumas de aguilucho, el brujo pedía a las mujeres que cantaran y bailaran a Krah.
Después, el anciano imitaba el sonido del aguilucho para iniciar un trance. Mediante este viaje, el hombre se trasladaba donde la Luna para hacerle una petición. Unos momentos más tarde, regresaba a su cuerpo con la respuesta. Si esta era positiva, la paz regresaría. Por ello era tan importante el mito de la luna roja.
En el caso contrario, cuando la respuesta era negativa, el brujo moría. Se dice que después del ritual, el chamán sólo dispondría de unos meses de vida. Por lo cual, no extrañaba a nadie cuando el chamán moría.
De este modo, se entiende que el mito de la luna roja explicaba la calamidad colectiva. Es una suerte de venganza por la humillación que Krah recibió del Sol cuando la delató.