Entre los antiguos wichis, pobladores nativos de la Argentina y Bolivia, existía la creencia de que el mundo en sus primeros tiempos no era de tierra firme, como estamos acostumbrados. Los antiguos narran en sus historias que el mundo estaba cubierto completamente por agua, lo cual era un problema para que los habitantes del mundo pudieran florecer. Este era un problema que pronto resolvería un héroe: Tok’uaj.
El nacimiento de las tierras
Así fue como Tok’uaj, inspirado por la necesidad del mundo, fue a hablar con el dios creador para solicitarle que creará la tierra, donde la semilla podría brotar. La deidad encontró sensata la súplica y pronto los mares se replegaron, dieron espacio la tierra firme. Luego Dios creo a todos los animales y todas las plantas que pueblan el mundo en nuestros tiempos. Aunque los habitantes del mundo estaban contentos, pronto se llevarían una sorpresa.
Luego de la aparición de la tierra los habitantes del mundo tuvieron un nuevo problema, ya no había y sin esta y sus bondades el mundo no puede sobrevivir. En aquel tiempo de sequía, todas las aguas y todos los peces estaban contenidos en el mítico palo borracho, el cual era custodiado por dos dioses: el Dueño del río y el Dueño de los peces. Pronto tuvo que aparecer Tok’uaj para salvar a la humanidad de la sed.
Las aguas del mundo y le palo borracho
Los dioses protectores del palo borracho dijeron que necesitaban un hombre inteligente para administrar el río y los peces, Tok’uaj los convenció de ser el hombre más apto para la tarea. Las deidades aceptaron y le dieron una vara de fierro a Tok’uaj. Luego le indicaron que con esa vara golpeara al palo borracho y así saldrían los peces y el agua; para detener el flujo del agua tenía que usar la misma vara. De ahora en adelante Tok’uaj controlaría por siempre el flujo de las aguas.
Por supuesto que Tok’uaj sufriría hambre y necesitaría descanso, por esta razón los señores del río y los peces le autorizaron comer cualquiera de los peces del río; a excepción de los peces de tamaño grande. Sin embargo, Tok’uaj no hizo caso a las deidades y en varias ocasiones comió los peces más grandes. Asimismo, se olvidó de cerrar el flujo del agua. El resultado fue que para donde caminaba Tok’uaj, el agua lo seguía detrás de él, regándose por todas partes.
El castigo de Tok’uaj
Desafortunadamente, los dueños del río y los peces se dieron de cuenta de la falta de Tok’uaj y entraron en cólera contra él. Los dioses dieron rienda suelta a las aguas y estas se lanzaron contra Tok’uaj. El joven trató de huir, pero las furiosas aguas lo perseguían para todas partes, mojándole los talones. Así que Tok’uaj se convirtió en una roca río, pronto rodó con toda la fuerza del río. Esta idea no resolvió nada, así que Tok’uaj se convirtió en palo. El palo floto en río hasta que choco en una roca y se hizo pedazos.
Inmediatamente después del accidente de Tok’uaj, los dioses se percataron que las aguas y los peces comenzaron a desparramarse por todas partes. Es por esta razón que hay ríos que van para una parte y para otra parte, en lugar de un solo río.