Según el mito de las Hespérides estas diosas se pasean por los cielos, encargándose de iluminar a todo el mundo con la luz de la tarde. De esta manera, forman parte del ciclo del día: Hemera traía el día, las Hespérides traían el atardecer y Nix cerraba el ciclo de la noche.
Estas tres diosas eran:
- Egle Radiante: diosa de la luz rojiza de la tarde
- Erítia: la Esplendorosa – diosa del esplendor de la tarde
- Hespéra: Crepuscular – diosa del crepúsculo vespertino.
Las Hespérides poseían atributos similares a los de las Horas que preceden a las estaciones del año y también a las Cárites o Gracias. Junto a Hemera (el Día), componían el séquito de Helio (el Sol), de Eos (la Aurora) y Selene (la Luna). Iluminaban el escenario y llevaban a cabo la danza de las Horas, de quienes eran compañeras.
El jardín de las Hespérides
Una de las versiones tradicionales del mito de las Hespérides, relata que cantaban en coro con la voz maravillosa junto a las aguas susurrantes que exudan ambrosía y solían ocultarse a través de repentinas metamorfosis.
También llamadas ninfas del poniente, habitaban el extremo Occidente y tenían el don de la profecía. Eran bellas y simbolizan la fertilidad del suelo. Vivían en un hermoso palacio, en el Monte Atlas.
El mito de las Hespérides también hace referencia al jardín de las Hespérides, lugar que era conocido como » el jardín de los inmortales”, pues contenía un huerto que albergaba árboles mágicos de donde nacían las manzanas de oro, considerados fuentes de la eterna juventud.
Cuando Hera se casó con Zeus, Gea, como regalo de bodas, les dio algunas manzanas de oro. También fue ese jardín de dónde provino la manzana de la discordia arrojada por Eris, que dio origen a la disputa entre las diosas.