¿Dónde nace la leyenda?
La leyenda de “El Puente del Diablo” es originaria del estado de Jalisco, conocido durante los años del virreinato como Nueva Galicia. En esta época, la comunicación entre los poblados era bastante complicada, tanto por la situación del terreno como por los constantes ataques de diversos grupos indígenas que ocupaban la región.
También fue una historia de amor
Según esta leyenda, antiguamente los poblados de Puente Grande y de Zapotlanejo se encontraban separados por un río bastante caudaloso que no permitía la comunicación entre ambos (hoy un río que se encuentra casi seco). En Puente Grande, vivía un hombre que se había enamorado perdidamente de una mujer que habitaba en Zapotlanejo; así mismo, ella correspondía a sus sentimientos. Dada su situación, el hombre intentaba atravesar todas las noches el río, para poder ver a su amada; aunque sus intentos siempre terminaban en fracasos; y, en más de una ocasión, el hombre estuvo a punto de ahogarse.
Tras una larga serie de fallos, el hombre, desilusionado, se refugió en una cantina para embriagarse y olvidar su dolor. Una vez ebrio, el hombre se dirigió de nuevo al río y gritó 3 veces:
“Daría mi alma por un puente que me dejara cruzar y ver a mi amor”
“Daría mi alma por un puente que me dejara cruzar y ver a mi amor”
“Daría mi alma por un puente que me dejara cruzar y ver a mi amor”
En el acto, los árboles crujieron, la luz de la luna desapareció y se escuchó decir a una voz grave y lúgubre:
“Soy el señor de las sombras. ¿En verdad estás dispuesto a dar tu alma?”
Respondiendo el hombre afirmativamente, el demonio continuó:
“Esta noche comenzaré a construir un puente, si lo termino antes de que cante el primer gallo del pueblo, me quedaré con tu alma; de lo contrario, dejaré tu alma libre y el puente se quedará hasta donde lo haya construido”.
El diablo fue engañado
Satisfecho, el hombre regresó a su casa, esperanzado por poder ver pronto a su amada. Sin embargo, no se había percatado que del otro lado del río, una mujer que regresaba a su casa había escuchado todo lo sucedido, por lo que corrió para avisar a la enamorada.
Temerosa por el alma del hombre que amaba, la mujer salió al patio de su casa y comenzó a imitar el canto de los gallos, haciéndolo tan bien, que de pronto el resto de las aves del lugar empezaron a imitarla. El demonio supo al instante que había perdido el alma del hombre, y así, abandonó la construcción del puente (faltando una última piedra) y regresó al averno.
De esta forma, el alma del hombre fue salvada por su amada.
Se dice que el puente aún se encuentra en el río que separa a los pueblos de Puente Grande y Zapotlanejo. En la mitad de dicha construcción hay un hueco, y los pobladores dicen que es el sitio de la última piedra que le faltó colocar al diablo, y que si alguien intenta incrustar una roca en el lugar, ésta siempre termina desprendiéndose.