Algunos pobladores de la región de la Amazonia peruana aseguran haber visto boas gigantescas conocidas como Sachamama. El mito de la Sachamama narra la existencia de una gran serpiente terrestre capaz de devorar humanos. Esta criatura usa la hipnosis para atraer a sus presas. Así mismo forma una dualidad con la Yacumama, serpiente del agua.
En la región de la Amazonia peruana, en departamentos como Loreto o San Martín es común hablar de la Sachamama. Los aldeanos aseguran que en el corazón de la selva duerme un peculiar reptil de proporciones titánicas. Sin embargo, para los grupos étnicos se trata de una fuerza natural. Esta bestia es la Sachamama, temible para algunos y necesario para otros.
La leyenda de la Sachamama
En la negrura de la selva, la Sachamama espera a su siguiente víctima para devorarla. Como es natural, entre las arterías del Amazonas habitan las colosales anacondas. No obstante, hay una serpiente negruzca de edad milenaria. Este ser devoró tantos animales y personas que creció desmesuradamente, hasta ser incapaz de moverse. En ese momento el reptil gigante se albergó en el lecho selvático, desde ahí asecha pacientemente.
Gracias al camuflaje, la Sachamama pasa desapercibida e hipnotiza a la criatura que ha de tragar. Se dice que cuando un animal o ser humano pasa cerca de ella caen en su embrujo. Las criaturas son atraídas hacia su cabeza. Aunque pueden ver sus ojos rojos, no pueden librarse de la hipnosis. Así que la Sachamama abre sus fauces, tritura el alimento y duerme durante años. Solamente el apetito la despierta nuevamente.
El mito de la Sachamama
Para algunos grupos étnicos, Sachamama representa a la madre tierra bajo la forma de una serpiente terrestre. La culebra Sachamama es una víbora de dos cabezas, que se desplaza por la tierra. Mientras una cabeza se encarga de tragar todos los animales terrestres, la otra devora los seres voladores. No obstante, cuando la serpiente se eleva, se convierte en el arcoíris. Una vez en esta forma, Sachamama fecunda a la tierra y dota de color a los seres vivos. En este sentido es una deidad de la fecundidad y la vida terrestre.
Así mismo, la contraparte de Sachamama es Yacumama, la serpiente acuática. Aunque la serpiente de la tierra es importante, no está completa sin la del agua. De este modo aparece Yacumama, cuando este ser se desplaza sobre la superficie se convierte en el gran río Amazonas. Esta fuerza del agua no destruye, sino que fluye libremente. Cuando Yacumama se eleva se transforma en el rayo y vuelve a caer a la tierra en forma de lluvia. De este modo, Sachamama y Yacumama sustentan la vida en la selva.
La Sachamama sigue en la selva
En la actualidad, los pobladores de las zonas rurales aseguran haber visto a la Sachamama. Para estas personas, la serpiente posee escamas negras como ébano. Además, puede llegar a medir 20 o 40 metros de largo y unos dos o cuatro de ancho. Para los hombres que se internan en la selva con fines de cacería sigue siendo un peligro latente. Incluso, la figura de la Sachamama forma parte del folclor y ha pasado a convertirse en leyenda selvática.
Por su parte, para los grupos autóctonos del departamento de Loreto, la Sachamama es una fuerza natural que fecunda la Amazonia. Esta versión del mito no es tan conocida, pues las tribus se encuentran aisladas de las zonas urbanas. Así pues, podemos considerar que Sachamama es la cara terrestre de la selva. A su vez, Yacumama es la cara acuática de la jungla. En suma, ambas definen la selva como dos grandes serpientes.