El mito de Juno (Hera, para los griegos) nos habla de la más excelsa de las diosas. La deidad es representada en la Ilíada como orgullosa, vanidosa, obstinada y celosa. Tenía siete templos en Grecia, y sólo se mostraba a los mortales utilizando una pluma de pavo real para marcar los lugares que protegía. Sin embargo, en épocas mucho más remotas el animal totémico o simbólico de Juno era la serpiente. De hecho, muchas diosas por su principio femenino son ligadas a la tierra y asociadas con serpientes.
Según el mito de Juno, como esposa de Júpiter, también tenía poder sobre los fenómenos celestes. Podía derramar lluvias beneficiosas o desencadenar tormentas. La unión de Zeus y Hera era usada como un símbolo de la unión de la naturaleza. El calor, las lluvias y los rayos del sol que penetraban en el suelo a través de la pareja, fecundaban la Tierra.
Las advocaciones de la diosa Juno
Presidía la celebración de bodas y nacimientos, y era representada como una respetable dama, llevando un cetro o una corona. En Roma su festival era llamado Matronalia. Su figura era considerada malvada y vengativa, y como el mito de Juno evidencia, no solía tener compasión de sus enemigos y rivales. Juno tuvo cuatro hijos, y ni siquiera con ellos fue condescendiente.
Según las leyendas, Juno habría concebido sola Tifón, un monstruo terrible, que tenía el cuerpo cubierto por escamas, cabezas de dragón entre los dedos, y que lanzaba fuego por los ojos. Además, el mito de Juno, se casó con Júpiter y tuvieron sus bodas en el Jardín de las Hespérides. Como legítima esposa de Júpiter, Juno fue considerada protectora de las mujeres y del amor legítimo. Era excesivamente celosa y siempre estaba enojada con las infidelidades de su marido, persiguiendo a sus amantes e hijos generados con diosas y mortales.